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viernes, 24 de febrero de 2017
Estamos protegidos por el ejército.
Hola a todos, gracias por el aguante, mañana a la noche nos vamos a Tel Aviv a comenzar la peregrinación en Tierra Santa. Llegaremos bien, quizá algo cansado Juan Bautista de caminar la ciudad eterna. Algo que me llama la atención es el nivel de seguridad para ingresar a las basílicas, al menos las más importantes, los carabineros acompañan, pero es el ejército quien está al mando, colocan las vallas exteriores que ordenan entrada y salida de los visitantes, levantan gazebos con modernos equipos de scaner y portan unas armas que hacen que las de los videojuegos parezcan un chiste. La seguridad está garantizada. Con este circo, por ejemplo, entrar a san Pedro puede llevar tranquilamente una hora, ponen no más de tres controles y el ingreso se demora, no falta aquel que tiene sus bolsillos desbordantes de monedas y la chicharra del scaner salta (luz y sonido) y te deja medio anonadado. Hasta que te acomodas y superas la prueba, la cola se lleno de peregrinos, turistas y coreanos. Son cosas de estos tiempos.
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Como el querido termo de agua que Manuel llevó a la Audiencia para compartirle un mate al Papa y se lo retuvieron ��
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