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domingo, 12 de marzo de 2017

Ciudad cosmopolita.

Dicen los locales que Tel Aviv es la única ciudad que fundaron en el siglo XX, los inmigrantes europeos que se veían venir las guerras mundiales, las persecuciones y despojos. El sionismo ayudo, se banca, cuenta con Torres como si fuera USA y en pocos años llega el subterráneo. El paseo marítimo, la costanera, es el gran atractivo.

Fue notable ver las diferencias entre esta Israel y la Tierra Santa que visitamos. En Jerusalén, en la cuidad vieja, donde empezó todo, en sus callejuelas e historia varias veces milenaria, había 4000 religiosos de diferentes credos por metro cuadrado, en un ambiente como de película de época, cada rito o comunidad religioso de cualquier signo con sus atuendos que los caracterizan. Los griegos marchan en el tope, con sus largos trajes negros y sus crecidas barbas. Los ultraortodoxos judios, ni hablar.

La cuestión es que en Tel Aviv dejamos a los Cananeas, a los bizantinos, a los cruzados, a los padres Franciscanos, a Saladini, a luz califas, etc y entramos a la modernidad. Es curioso el contraste, nos costó habituarnos a ver un piercing en el ombligo, gente en bermudas paseando un perro (Gerusalemme es de gatos), ciclistas despreocupados, bares con música yanquee, surfers, parejitas en murmullo, etc. como que volvimos al presente.

Ahora en tránsito en Roma, dentro de un rato Amsterdam y mañana 07:00 Ezeiza, Baradel, el Indio Solari, la marcha peronista y nuestra querida Argentina.

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